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lunes, 18 de febrero de 2008

Tomáte un taxi y relajáte!

Aunque estamos en Tucumán y no en New York, los conductores de taxis son una suerte de raza diferente, de idioma ininteligible y gestos desaprensivos. Como en las comedias norteamericanas (con su cuota de humor xenofóbico) donde el protagonista llega apurado a la acera del aeropuerto para tomar un coche que lo conduzca hacia una ciudad que desconoce, para luego extraviarse, [y para su descontento el chofer de este coche es un personaje de turbante y dialecto incomprensible con todas las características de un inmigrante hindú, que no logra llevarlo hacia ningún lugar, perdiendo minutos valiosos y provocando al espectador una familiar frustación ante la escena], de la misma manera nos frustramos al tomar este tipo de transporte público en la ciudad de San Miguel de Tucumán, sin ser esto una comedia norteamericana por supuesto, sino más bien una tragedia bastante argentina.
Cuando una persona se sube a un taxi tucumano, primero debe dar gracias a su suerte infinita de que el chofer haya interpretado sus santos y señas en la calle y se haya dignado en parar; segundo, dar gracias también si el mismo logra llevarlo al sitio o dirección a la que usted se refirió desde el principio, y no lo convenza de tomar atajos ni caminos cortos, ... como el lobo a la caperucita; tercero, debe rogar que el mismo chofer no ofrezca voluntad al diálogo, porque le aseguro que terminarán hablando idiomas muy diferentes, de los cuales no querrá volver a saber por un largo tiempo...
Desde el estado del coche, a la voluntad del chofer, y hasta la exactitud del vuelto luego de pagar el viaje, todo está sujeto al alineamiento planetario y al movimiento de las constelaciones en este universo y no en uno paralelo, aunque lo desee.
Si usted anda de paseo por esta ciudad y decide tomar este tipo de transporte, aténgase a las consecuencias y prepárese para todo tipo de experiencia: puertas destartaladas y peligrosas; asientos mugrientos, rotos y llenos de tierra; hedor infinito proveniente de un tipo de transpiración que está más allá de su comprensión, pero sí más acá de las axilas del taxista; humo de cigarrillo lo suficiente para provocarle un enfisema pulmonar en el transcurso de 5 cuadras; música popular en alto volumen que lo obligará a gritar cada vez que quiera dar una indicación como lo obligará también a aprenderse forzosamente la letra de la cumbia villera del momento; insultos y agresiones verbales y gestuales frecuentes, dirigidos hacia .... todo lo que se mueve... hasta usted.
En fin, la descripción puede ser larga y penosa, como el camino hacia Israel, la avenida Belgrano o Cumbres Borrascosas, así que si lo mismo está decidido a tomar un taxi en Tucumán, tenga en cuenta al menos que: si llueve, o hay partido de fútbol, o es usted un anciano o una mujer con niños... no se gaste, porque no lo levantarán.